JESUCRISTO, UN LÍDER EXCEPCIONAL - Jesús Villarreal (Chucho VCJ)

 JESUCRISTO, UN LÍDER EXCEPCIONAL


Tenemos claro que Jesús no vino a la Tierra a crear una empresa, sin embargo, los conceptos básicos de Administración pueden encontrarse en su vida y obra, durante su infancia y edad madura.
En algunos momentos de su vida, tuvo que priorizar su tiempo (de niño estaba en el templo, trabajó como hombre, pero se formó en lo que sabía que era su destino), escogió un equipo de trabajo (quizás no el más capacitado para otros, pero Él conocía lo que quería de ellos y potenció sus destrezas), y optimizó su paso entre la humanidad, dejando enseñanzas memorables y un testimonio genuino de que era el Hijo de Dios.
Brown (1986) enumera 13 errores fatales que los gerentes cometen al manejar un grupo de personas, sin embargo, Jesús ya tenía una dirección más clara y precisa de qué hacer con sus apóstoles y seguidores porque conocía sus corazones, una habilidad totalmente divina que lo acompañó en todo su ministerio.
Con todo y esto, la Biblia nos deja plasmado el carácter del Maestro de maestros, el líder por excelencia para que podamos imitarle y seguir su proceder.
La responsabilidad, fue algo que Jesús plasmó con sus actos. Él oraba todos los días, se mantenía en comunión con su Padre, no perdía el tiempo en entretenimientos mundanos. Siempre estuvo enfocado. Él sabía cómo se desenvolverían sus días de ministerio, y eso no lo hizo desmayar, aun cuando vivió su momento más turbulento, aquella noche en Getsemaní, asumió los
riesgos confiando que lo que su Padre le encomendaba, era perfecto y bueno. Más que órdenes y mandamientos, estableció un ejemplo, con el que sus discípulos quedaron impresionados y le siguieron y creyeron.
En cuanto a la promoción, Jesús tenía a 12 personas en su equipo. A Pedro, le designó como líder entre todos, aunque al principio, demostró ciertas debilidades en su carácter como “Simón”. Caminó sobre las aguas con Jesús, dijo que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios Viviente, y en su amor por el Maestro, intentó reconvenirle de su decisión para que no sufriera, siendo amonestado por el mismo Jesús (Mateo 16). A pesar de ello, cuando la resurrección ocurrió, el primero de los 12 que tuvo la primicia de ver al Maestro Resucitado fue Pedro, (1 Corintios 15:5), y a quién se le entregó una tarea adicional por medio de una conversación personal, “apacienta mis ovejas” (Juan 21:17).
Pedro, quien le negó, Tomás, el dudoso, Judas Iscariote, el traidor, y en sí, muchas características que los hacían distintos uno del otro. Jesús, conocía esto, y no trató a cada uno de ellos como un rebaño de clones, cada uno tenía su función y recibía un trato diferente por parte de Jesús. Por amor a la obra, Jesús dejó que Tomás se nivelara con los otros, al dejar que comprobara con su vista y tacto, (Juan 20:27), le dio otra oportunidad a Pedro luego de que éste le negara, soportó la traición de Judas sin hacer algún reclamo, en fin, Jesús fue un líder multifacético que potenció las características de cada discípulo para la obtención de los mejores resultados, los cuales, eran la salvación de cada uno, que pudieran conocer su propósito y llevarlo a cabo.
Jesús, sin dudas, fue el líder perfecto. Oía a sus seguidores y les otorgaba lo que necesitaban. Los comprendía. Estableció normas basados en los principios concretos y correctos. Hizo frente a los líderes que alejaban a su pueblo de Dios, sin importar poner su vida en riesgo en varias oportunidades. El liderazgo abnegado que manejaba era tal, que en ocasiones el cansancio de sus discípulos los hizo quedarse dormidos, pero Jesús no dejaba de cumplir su función, oración y constante comunión con el Padre. Sin duda, Jesús vino a establecer un estándar de liderazgo muy alto, que, sin duda, nadie podrá igualar (Kimball, 1983).
A pesar de la divina perfección del liderazgo de Jesús, Él mismo dijo que los que en Él crean, mayores cosas harían (Juan 14:12), aclaró cómo debemos comportarnos en esta organización conocida como la Iglesia, primero, en unidad (Marcos 3:24-26), en amor (Juan 13:34), en constante actividad (Mateo 5:13), y, sobre todo, amando a Dios (Mateo 22:36-40), y dejarles palabras de aliento para que éstos no desmayen, aún, si alguno retrocede, Jesús viene a hacerlo volver, como hizo con Pedro quien había vuelto a la pesca (Juan 21:3).
Lo más puntual, es potenciar las habilidades, mitigar las debilidades, corregir con amor al que no conoce, manejar una actitud más fuerte para aquellos que viendo la verdad, la refutan y desobedecen, como líder, formó a sus discípulos en la obediencia, el respeto y amor, siendo Él mismo el ejemplo al cumplir el plan perfecto de Dios (Lucas 22:42). No existe otro líder dispuesto a guiar a un grupo al punto de morir por ellos, ese sólo puede ser uno: Jesucristo, el hijo de Dios.

Bibliografía utilizada

- Brown, Steven (1986). 13 errores fatales en que incurren los gerentes - y cómo evitarlos. Carlos Garcés C. (Translator). Editorial Norma.
- Kimball, Spencer, (1983). “Jesús: El líder perfecto”, págs. 7–11.
- Reina Valera (1960). La Santa Biblia. https://www.biblegateway.com/

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